La edición de libros, guías y manuales veterinarios tiene dos condicionantes un tanto particulares:
- Los autores no son escritores profesionales, ni siquiera ocasionales. Son nada más (y nada menos) que veterinarios. Para que el proyecto salga adelante con calidad el editor debe estar asesorándoles permanentemente en las cuestiones básicas sobre estructura de los capítulos, redacción, bibliografía, gráficas… Además suelen ser personas muy ocupadas a las que hay que ayudar a llevar el calendario de tareas.
- La especialización de la edición veterinaria obliga a la intervención de redactores e ilustradores así mismo muy especializados, capaces de corregir textos técnicos y capaces de realizar ilustraciones científicas.
En nuestra agencia somos expertos en edición veterinaria y durante estos años hemos configurado un sistema de trabajo al que llamamos “la ruta Herriot del libro”. Este método nos permite organizar el trabajo y lograr una eficacia que se plasma en comodidad y seguridad para el autor, en la calidad en la obra y en beneficios para el lector que tendrá en sus manos una edición bien estructurada, fácil de consultar y apoyada con material gráfico de alto nivel.
Paso 1. Pensar en el lector
Junto con los autores y los eventuales promotores de la obra. Hay que reflexionar sobre el tipo de libro o manual que queremos conseguir. En esta fase previa es imprescindible ponerse en los zapatos del lector objetivo y contestar, al menos, a las siguientes cuestiones:
- ¿Por qué razón debería tener este libro en mi biblioteca? ¿Qué problemas puede solucionar?
- ¿Qué nivel tiene? ¿Es para cualquier interesado o solo para especialistas en la materia?
- ¿Qué aspectos de mi campo o especialidad trata? ¿Qué hueco trata de llenar este libro?
- ¿Hay otro libro en el mercado con el que lo podría reemplazar?
- Si la materia ya ha sido tratada, ¿esta obra la trata de una manera diferente? ¿Aporta algún aspecto novedoso?
- ¿Es un libro para leerlo completo o es un libro para consultas concretas? Es una buena manera de encauzar la obra y decidir al principio qué tipo de libro queremos: un libro de consulta especializado, un atlas, un prontuario…
Paso 2. Estructurar la obra
Lo más inmediato y fácil, como base del trabajo y guía de la planificación del trabajo, es emplear el índice temático. Es lo primero que desarrollamos. Casi nunca es el definitivo pero es necesario hasta para organizar físicamente el trabajo. De esta manera es posible organizar y conectar todo el material que se va entregando.
El autor no puede entregar el material “de cualquier manera” si queremos mantener una estructura.
La entrega se realiza siempre por bloques completos, capítulos o secciones. Y por completo se entiende que cada bloque vaya con todas sus fotografías, esquemas y dibujos (o sus instrucciones para realizarlas). Este es el objetivo. Si no se hace de esta manera el propio autor tendrá que emplear más tiempo en volver cada vez sobre el mismo capítulo. La experiencia nos demuestra que la entrega por bloques hace el trabajo más eficiente. Tiempo habrá para mejorar cada uno de los bloques o capítulos en el proceso de correcciones.
En la estructuración de la obra es muy importante no rebasar los cuatro niveles de lectura: capítulo, apartado, subapartado y epígrafe. Si existen más de cuatro niveles se corre el riesgo de que el lector pierda la conexión con el tema que está consultando.
Para la entrega del material tenemos a disposición de los autores unas normas que contemplan todos los aspectos técnicos. Desde la notación de los apartados hasta las normas bibliográficas, pasando por las características técnicas de las imágenes o la mejor manera de entregar las instrucciones para realizar gráficas e ilustraciones.
Paso 3. El capítulo piloto es la clave para ponerse de acuerdo
No es una práctica frecuente, pero en nuestra editorial siempre elaboramos un capítulo de muestra que denominamos “capítulo piloto”. Con una porción representativa de la obra (un capítulo que contenga todos los tipos de información posible), establecemos cómo será el diseño, la retícula, el formato, las citas, cuadros, textos para los pies de imágenes…
Se trabaja sobre el capítulo piloto para llegar a un consenso con los autores y, en su caso, con la compañía o institución promotora acerca del tipo de libro o manual que se quiere conseguir –hasta el mínimo detalle–, para que la obra se edite a completa satisfacción de todos sin tener que rectificar cuando la edición está avanzada. Todo el tiempo que se utilice en perfilar el capitulo piloto es tiempo bien invertido.
Paso 4. El proceso de producción, ¡manos a la obra!
Ya sabemos cómo va a ser el libro, tenemos un capítulo piloto como muestra. Ahora se establece un proceso que agiliza mucho las tareas y asegura la calidad del libro.
4.1 Composición de galeradas
Con el material de los autores se realiza las siguientes tareas de edición:
- Corrección de concepto, para asegurarse de que todo el texto se comprende bien.
- Corrección de estilo (manteniendo el espíritu del autor), para hacer más fácil y atractiva la lectura.
- Corrección tipográfica.
- Homogeneización de la terminología.
Una vez realizadas estas tareas se procede a “volcar” el material en las páginas y con el estilo gráfico previsto en el capítulo piloto. No se ajusta el trabajo, porque aún no es definitivo. Las galeradas así compuestas se entregan a los autores para que realicen las correcciones. En papel o en un archivo pdf, como más cómodo resulte.
4.2 Realización de las compaginadas
Tras recibir las correcciones de las galeradas se transcriben y se realiza la composición más ajustada, lo que en edición llamamos "las compaginadas". El contenido del libro se da por definitivo. Es el momento de ajustar cuadros, gráficos, ilustraciones. La obra va tomando el aspecto definitivo que va a tener.
Las pruebas compaginadas se entregan al autor para una última comprobación.
Paso 5. El pliego de principios, que siempre se deja para el final.
Curiosamente el pliego de principios (y finales) que son las páginas que van al principio y final del cuerpo o “tripas” del libro, se realizan al final, pero con una previsión de tiempo suficiente. En esta fase se realizan las siguientes partes del libro.
- El diseño de cubiertas (las tapas).
- La portada (que no es la tapa), portadilla, índices temáticos, índices de tablas, abreviaciones, etc., prefacios (la presentación de los autores), prólogos (la presentación de alguien invitado para ese menester), agradecimientos, dedicatorias, créditos… Cada página del pliego de principios debe ocupar su lugar concreto siguiendo un orden marcado por los cánones de la edición.
- El pliego de finales con el índice alfabético.
Ya solo quedaría llevar el libro a impresión y comprobar las pruebas de imprenta (que se imprimen en impresoras de gran formato denominadas plotter).
Anexo 1. No olvidar la bibliografía
Resaltamos este tema porque, en muchas ocasiones, se descuida. Existen varias formas aceptadas de disponer las citas bibliográficas. Lo más importante es que se siga un sistema único para facilitar la consulta al lector.
La norma general ISO 690/ISO 215 es bastante empleada por su claridad. A modo de ejemplo, en el caso de libros la cita se realizaría como se muestra a continuación, conservando los tipos de letras del ejemplo:
APELLIDOS, N. (o entidad responsable). Título: subtítulo. N.º edición. Ciudad: Editorial, año. N.º p. (o N.º vol. si se trata de varios volúmenes). Colección. Notas.
Y si se trata de un artículo:
APELLIDOS, N. Título del artículo. Título de la publicación, mes año, volumen nº, fascículo o número, páginas.
Pero existen numerosos normas incluidas en libros de estilo, o promovidas por universidades o autores especializados. Lo más importante es que se siga una única normativa para ayudar al lector a la consulta.
Anexo 2. Una imagen vale más que mil palabras (si la imagen es buena)
Las imágenes son muy importantes en una obra veterinaria. El conocimiento veterinario es muy “visual” y por tanto las fotografías e ilustraciones cobran gran importancia en nuestras obras.
Instamos a los autores a señalar si la fotografía debe llevar algún retoque especial (silueteados, eliminar un artefacto, mejorar la iluminación o el color…). Además es importante que se numeren y se indiquen a qué texto deben acompañar. No hay nada más molesto para un lector que buscar una imagen a la que hace referencia un párrafo cuatro páginas más adelante.
Casi todas las imágenes que se emplean son digitales y generalmente hay que asesorar a los autores sobre la resolución óptima para una correcta reproducción. Basta emplear una fórmula para hacernos una idea del tamaño de la imagen que podemos imprimir:
Fórmula para calcular el tamaño al que se puede imprimir una imagen: número de pixels (de un lado de la imagen) / 120 = cm (máximo)
Ej. una imagen de 1200 pixels de anchura podrá reproducirse a 1200 / 120 = 10 cm de anchura como máximo para asegurar una óptima calidad.
Anexo 3. El índice alfabético, una de las partes más útiles de un libro o manual
Deberían prohibirse las ediciones veterinarias sin índice alfabético. El uso más frecuente de un libro veterinario es la consulta “puntual”, sobre algo concreto y a veces con urgencia. En estos caso el índice alfabético se hace imprescindible. Los lectores agradecen estos índices bien construidos, que llevan a las páginas donde ¡milagro! está justo la información que se busca.
Anexo 4. Los derechos y otras cuestiones legales
No todo vale. Existen unas normas legales que hay que cumplir. Todo se plasma en un contrato de edición, que también tiene unos requisitos específicos como los tiempos de explotación de la obra, la imposibilidad de cesión de los derechos de autoría (solo los de explotación), etc. El contrato de edición es la base de la relación autor-editor y, si se actúa de buena fe, todos salen ganando. En primer lugar el sector veterinario que cada vez cuenta con más autores y obras que ayudan a que los conocimientos se difundan.
Si proyectas realizar una edición en el ámbito veterinario, como autor o como promotor contacta con una editorial especializada. Con una metodología profesional y de la mano de un equipo experto capaz de aplicarla. No hay por qué tener miedo a embarcarse en la edición de un libro, que sigue siendo, desde nuestro punto de vista, la manera más bella y eficaz de conservar y distribuir el saber.
Autores: Javier Nuviala y Ana Belén Martín